lunes, 31 de octubre de 2011

Green Manor (integral)

Toda una sorpresa. Uno de esos cómics que te impiden hacer un poco las cuentas de lo que vas a gastar en el mes, porque cuando llegas a la tienda, lo coges, lo abres, y no tienes más remedio que comprarlo.

Ya desde la edición llama poderosamente la atención. Las tapas están recubiertas de una especie de barniz que simula el tacto de un libro viejo, como de tela, sobre una tapa dura con cinta de punto de lectura, un gramaje de papel excepcional, una calidad de impresión sin pero alguno y con unos extras añadidos de bocetos previos, con estudios de dibujo y maquetaciones completas de páginas incluidas. Te guste el género o no, te interese el material o no, te guste el dibujo de Bodart o no, cualquier aficionado no puede sino aplaudir esta calidad, y este buen gusto en una publicación nacional, que no olvidemos que viene de una editorial que no es de las "grandes". Un gran aplauso para Dib-buks que cada día me tienen más enganchado con sus ediciones integrales, de gran calidad y muy bien seleccionadas.

Green Manor es un club para caballeros de finales del siglo XVIII, en el que se codea lo más granado de la sociedad londinense, cuyo principal entretenimiento parece ser conspirar para cometer los más extraños crímenes, o descubrir la causa de los sucesos más escabrosos ocurridos en las noticias del momento, siempre relacionados con algún asesinato. El tomo recopila 16 historias que narran sendos crímenes, los cuales argumentalmente dan como para haber sido de por sí mismos una historia más larga, y algún otro guionista los habría convertido incluso en varias entregas, pero leyendo Green Manor, uno se da un gran atracón de buenas historias de intriga, la mayoría de ellas con sorpresa final, muy al estilo tradicional de la EC, en la que el cazador puede acabar siendo el cazado.

El dibujo de Denis Bodart ha sido todo un descubrimiento, con una soltura y un detalle magnífico, con dominio maestro de la narración y un estilo caricaturesco en los personajes tan variado como natural en los contextos en los que los incluye. En definitiva todo un lujo, y más, complementado con los extras que acompañan a la edición de Dib-buks, con bocetos, estudios y maquetaciones finales de diferentes páginas interiores.

Todo un acierto, todo un lujo, y segura víctima de mis escasas posibilidades de relectura.

viernes, 21 de octubre de 2011

Joe el Bárbaro, Grant Morrison y Sean Murphy

Para los que ya llevamos algún tiempo en esto de dedicar nuestros ratos de ocio a los cómics, sabemos qué esperar de según qué autores, tenemos nuestros favoritos y los que vamos siguiendo. Más incluso con los autores que con los personajes en muchos casos. Para mí Grant Morrison, es uno de esos autores que hay que seguir de cerca porque de vez en cuando crea una de esas obras sublimes y perfectas que perduran para siempre. Aunque también creo que padece una gran petulancia en algunos casos y de lírico y letrado que quiere ser, crea auténticos galimatías, que sólo puede disfrutar él y sus acólitos, que también los tiene... Pero estos casos, generalmente los detecto rápido y me bajo del carro a las primeras de cambio, y por disfrutar de sus maravillas, bien se puede uno arriesgar a los fiascos.

Por ir directo al resultado, este es posiblemente el mejor cómic que he leído este año. Si bien la historia no parece que sea muy original (con claros referentes interminables de enumerar aquí), la forma en que se desarrolla es diferente, fresca, actual, y brillante. La verdad es que seguramente gran parte del mérito recaiga en Sean Murphy, el dibujante, que plasma de una forma creíble los cambios de mundos que sufre el protagonista. Joe, vive un duro momento de su vida entre dos mundos; en el mundo real está a punto de sufrir una crisis hipoglucémica, y en su mundo de fantasía debe restaurar la luz y derrotar a la Muerte. Salta entre ambos mundos de forma caótica, y no sabe cómo volver al mundo real para poder conseguir un ansiado refresco.

La historia resulta fresca y original. Muy curioso ver cómo Morrison entremezcla el mundo de fantasía con sus correspondencias en la casa del protagonista, y cómo es capaz de contarnos sus problemas en ambos mundos y ponerlos ambos en sintonía de modo que todo tenga sentido; la rata, la hipoglucemia, la tormenta, el apagón, los fusibles, el agua, el perro, los juguetes, descensos, caídas,... todo tiene sentido a ambos lados de la cabeza del británico y de su joven protagonista.

Con todo lo bueno que es el guión, para mí el auténtico diez del tomo es el dibujo de Sean Murphy. Si la idea es buena, aún mejor ha sido la ejecución, con unas composiciones de páginas en las que entremezcla mundos y narrativa, conformando un todo armónico que cobra un total sentido página a página. Simplemente impresionantes sus viñetas amplias, con espacios libres, ya sean calles o paisajes, el conjunto siempre es espectacular.


Sólo el tiempo dirá si la trascendencia de este cómic llega a la de otras de sus mejores obras, pero para mí, ya digo que ha sido el mejor cómic del año. Cuando se asiente su lectura en mi cabeza será tiempo de una relectura, porque por su duración y por su calidad, será más que recomendable hacerlo con frecuencia. Un placer.