martes, 31 de julio de 2012

Criminal Nº 6: La última de las inocentes

Soy un enamorado del género negro dentro del cómic. Ahora mismo no soy capaz de recordar exactamente cual fue el germen de este firme interés por esta temática en particular dentro de la narración gráfica, pero supongo que sería a finales de los 80 o primeros de los 90 con algunas historias que leyera de Howard Chaykin. El caso es que cuando Brubaker entremezcló el género con los superhéroes tan bien en su Point Blank y posteriormente en Sleeper, no me resultó una sorpresa, pero Bru pasó a formar parte de esa larga lista de autores que mantengo bajo vigilancia.

Criminal, sin que haya mantenido ni cosechado las mismas simpatías del fandom que los éxitos que ya mencionaba, me ha proporcionado en estos últimos años, la necesaria dosis regular de esta mezcla que tanto me gusta de noir + comics. Cuando vi que este último tomo había recibido un premio Eisner 2011 no me sorprendió, pero supuse que le pondría en el punto de mira de todo aquel que dijo que la serie era una repetición cíclica de Brubaker y que seguramente se cebarían con la historia. Una vez leída la historia, he comprobado que es tan buena como podía haber sido cualquiera de los anteriores tomos. Que incluye los mismos artificios típicos del género, los mismos giros ya conocidos y el mismo ritmo narrativo,... en definitiva todo lo que hace grande el género, y grande esta historia.

Sin embargo sí que hay diferencias en este tomo. Esta es la primera historia en la que el protagonista no proviene de los bajos fondos, sino que es de inicio un respetable adinerado que vuelve a su pueblo en tristes circunstancias para comprobar que todo tiempo pasado siempre fue mejor, y se nos muestra su transformación resignada en un personaje ruin y, cómo no, criminal. Además, numerosas escenas a modo de flashbacks se nos muestran como si de un tebeo de Archie se tratara, remarcando aquello del tiempo más feliz y señalándolos como tales. Una herramienta gráfica común, cuando se quiere diferenciar contextos narrativos diferentes, y que supongo que en EEUU habrá despertado ciertas simpatías.



En el apartado gráfico, aparte del homenaje a Archie ya comentado, Sean Phillips sigue desplegando su dominio del género, tan sobrado que pareciera que no necesita esforzarse, y en algunos tramos, incluso que no lo hace. No se si se va sintetizando a sí mismo, o si simplemente está dejando más trabajo al colorista o afianzando sus negros (no hay más que ver las diferencias entre este y el primer tomo). El caso es que me sigue gustando, que forma parte ineludible de la serie y que así siga.

Por cierto, que yo no veo que el título del tomo en español sea tan claramente femenino. Creo que la falta de género en el título en inglés juega a favor de la historia. El último de los inocentes tampoco hubiera quedado mal.

Ah, y además el desenlace de la historia me ha encantado.