Soy un enamorado del género negro dentro del cómic. Ahora mismo no soy
capaz de recordar exactamente cual fue el germen de este firme interés
por esta temática en particular dentro de la narración gráfica, pero
supongo que sería a finales de los 80 o primeros de los 90 con algunas
historias que leyera de Howard Chaykin. El caso es que cuando Brubaker entremezcló el género con los superhéroes tan bien en su Point Blank y posteriormente en Sleeper, no me resultó una sorpresa, pero Bru pasó a formar parte de esa larga lista de autores que mantengo bajo vigilancia.
Criminal,
sin que haya mantenido ni cosechado las mismas simpatías del fandom que
los éxitos que ya mencionaba, me ha proporcionado en estos últimos
años, la necesaria dosis regular de esta mezcla que tanto me gusta de
noir + comics. Cuando vi que este último tomo había recibido un premio Eisner 2011
no me sorprendió, pero supuse que le pondría en el punto de mira de
todo aquel que dijo que la serie era una repetición cíclica de Brubaker
y que seguramente se cebarían con la historia. Una vez leída la
historia, he comprobado que es tan buena como podía haber sido
cualquiera de los anteriores tomos. Que incluye los mismos artificios
típicos del género, los mismos giros ya conocidos y el mismo ritmo
narrativo,... en definitiva todo lo que hace grande el género, y grande
esta historia.
Sin embargo sí que hay diferencias en este tomo. Esta es la primera historia en la que el protagonista no
proviene de los bajos fondos, sino que es de inicio un respetable
adinerado que vuelve a su pueblo en tristes circunstancias para
comprobar que todo tiempo pasado siempre fue mejor, y se nos muestra su
transformación resignada en un personaje ruin y, cómo no, criminal. Además, numerosas escenas a modo de flashbacks se nos muestran como si de un tebeo de Archie
se tratara, remarcando aquello del tiempo más feliz y señalándolos como
tales. Una herramienta gráfica común, cuando se quiere diferenciar
contextos narrativos diferentes, y que supongo que en EEUU habrá
despertado ciertas simpatías.
En el apartado gráfico, aparte del homenaje a Archie ya comentado, Sean Phillips
sigue desplegando su dominio del género, tan sobrado que pareciera que
no necesita esforzarse, y en algunos tramos, incluso que no lo hace. No
se si se va sintetizando a sí mismo, o si simplemente está dejando más
trabajo al colorista o afianzando sus negros (no hay más que ver las
diferencias entre este y el primer tomo). El caso es que me sigue
gustando, que forma parte ineludible de la serie y que así siga.
Por
cierto, que yo no veo que el título del tomo en español sea tan
claramente femenino. Creo que la falta de género en el título en inglés
juega a favor de la historia. El último de los inocentes tampoco hubiera quedado mal.
Ah, y además el desenlace de la historia me ha encantado.
martes, 31 de julio de 2012
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