sábado, 17 de mayo de 2008

Deogratias, una historia de Ruanda

Cualquier tipo de preparación previa para leer Deogratias será inútil. Sabiendo que te encontrarás con un drama enmarcado en el genocidio ruandés del 94, con el trauma que un joven sufre durante el mismo y el estado en que queda, no estarás preparado.

Stassen como autor completo, deslumbra al trastornar nuestra narrativa e intento de secuencializar la historia, mientras nos va dando tumbos dentro de la cabeza del joven Deogratias; a veces perro, a veces hombre, a veces chico ilusionado, a veces despojo humano... mediante su indumentaria o su metamorfosis metafórica, en la que nos va transformando al protagonista en un perro conforme va cambiando su mentalidad, nos lleva por presente, pasado y una psique traumatizada que se van entremezclando de modo que al final de la historia se nos unen todas las piezas desparramadas por nuestra cabeza.

Más que la misma historia, ha sido la forma de contarla lo que me ha impactado. Stassen de todos modos no cae en ser explícito en mostrarnos ninguna aberración, e incluso en los tramos que fácilmente podrían haberse contado de un modo más dinámico, se deja al lector el rellenar los tramos que faltan.

También quiero destacar el modo en que el autor ha aplicado el color, que parece que te traslada a aquellas tierras con sus tonos marrones y ocres con escasas notas de color, reservándolas, casi a consciencia diría yo, para los hombres blancos que aparecen en la historia, destacando más si cabe que estén fuera de lugar a ojos del protagonista, que en los diferentes tramos del relato casi siempre tendrá un antagonista mental extranjero. En un caso se ve como rival del invasor francés y en los otros de los religiosos, que destacan como rubios, pelirrojos o calvos.

Para leer de una sola sentada y dejar reposar para volver a disfrutar más tarde.

Aquí tenéis algunas páginas.



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