miércoles, 7 de mayo de 2008

Perceván 1: Las tres estrellas de Ingaard

Perceván forma parte de esas historias de la infancia-juventud de uno que siempre están ahí y que permanecen inmutables en la memoria, más como una sensación que como un recuerdo vívido y detallado. Como tal, existe idealizado en ese rincón que todos guardamos y que provoca ese brillo en los ojos cuando es evocado y traído a nuestra memoria. Mucho más si son nuestros dedos y nuestros sentidos los que pueden volver a disfrutarlo, gracias en este caso a la nueva edición de Norma. Una lástima que no sea una edición integral, como la que existe en USA.

En mi caso, no tenía memoria de haber leído este número, ni siquiera de conocer la historia que aquí se narra, más era el recuerdo del héroe perfecto, con su gordito y hambriento compañero y la pequeña mascota que no aparece aún en este tomo.

Más allá de la nostalgia, y del argumento propio de una historia infantil-juvenil, de fantasía clásica, con personajes muy definidos, con el malo tontorrón, el bueno santurrón, y casi sin lugar para complejos matices, contrasta el nivel de detalle que tienen los dibujos de Philippe Luguy más allá de los personajes de trazos caricaturescos, con unos paisajes y castillos magníficos y que contribuyen en gran medida a que la historia enamora más allá de su simplicidad.

Heredera de otros éxitos europeos como Asterix, es ideal para edades tempranas o para disfrutar del dibujo de Luguy.



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